sábado, 22 de marzo de 2008

¿Qué quieres que te cuente hoy?





Te contaré una historia, la historia más bonita que jamás imaginaste… ¿Sabes cuál es? Pues claro; la historia de tu vida. Aquel día cuando naciste, el cielo se tornó de un celeste intenso, y encima de él, un enorme sol que con sus rayos penetraba mis cristalinos ojos, ojos de esa felicidad inmensa cuando sabes que estás a punto de experimentar la emoción más grande de tu vida. Ese día podía escuchar con claridad el bailoteo de las

olas abrazándose al canto de las gaviotas, podía sentir cada rayo de sol entrando en cada poro de mi piel, podía sentir tu aroma a lo lejos, podía escuchar tu llanto a kilómetros llamándome.

Corrí al encuentro de tus brazos y te vi, me miraste con esos enormes ojos, yo te contemple en silencio, tratando de contener toda esa felicidad que albergaba mi ser, las palabras en ese momento sobraban, sólo existíamos tu y yo, te amé desde que supe que venías a mi encuentro, pero cuando pude verte, sentirte y tocarte, créeme que te amé aún más, porque eres un pedazo de mí, eres parte de mi vida y de mis nuevas experiencias.

Te convertiste en la luz de mis ojos, en las mañanas tristes, los atardeceres melancólicos y las noches nostálgicas, llegaste para irrumpir mi triste soledad.

Y así pasó el tiempo, y agradezco a Dios porque haya sido así, por haberme puesto en tu camino, por entregarte todo el amor dentro de mí, por darte mis principios y valores, por ser un guía tanto físicamente como espiritualmente.

Hija, eres todo lo que un padre llega a soñar, eres el futuro que poco a poco cada hombre construye, un mejor porvenir para los que vienen y un nuevo despertar para aquel que sueña con un mundo mejor. Espero que las herramientas que te he brindado te ayuden para que así seas una persona íntegra, exitosa y plena. Lo material pasa a un segundo plano cuando las experiencias que vivimos juntos nos enriquecen y podemos guardarlas con cariño en nuestras mentes; y créeme que lo único que me gratifica es tu felicidad, que seas tú quien haya valorado todo el empeño y el esfuerzo que todo padre quiere para sus hijos, porque el día en que llegues a ocupar el mismo lugar que yo verás que hasta tu vida y tus fuerzas darías por esa vida que tanto amas.

Hija de mi corazón, no queda más que agradecer cada segundo de vida que tengo para contemplarte y llenarme de orgullo. Gracias por existir. Te amo.



Este es un pequeño regalo de parte mía, espero lo conserves y lo guardes. Aún no soy madre, pero creo poder entender lo que se siente y me preparo para ello. Debe ser la experiencia más hermosa de todas.

Por eso cuidala mucho, bríndale todo tu amor y cariño, enséñale y ayúdala día a día, para que sea una niña llena de felicidad. Y para que eso también suceda, ella tiene que verte feliz, busca también la tuya, no te cierres a las posibilidades que la vida te va entregando. No seas egoísta contigo mismo. La vida es maravillosa, así como hay momentos malos, buenos momentos existen. Nunca es malo ver el lado bueno de las cosas, eso te da esperanzas y hace que muchas veces valoremos más cada detalle.

No existe la mala ni la buena suerte, sólo son circunstancias. No gastes tiempo culpando ni reprochando, solo disfruta, vive, sé feliz.


Con Amor