La soledad es una compañera muy egoísta. Hace que nuestro ego ruede por un precipicio, hace que nuestro corazón deje de latir, ahuyenta la luz que alumbra nuestros días, seduciéndonos poco a poco, arrastrándonos a un mundo sin mundo, llenándonos de una voz sin voz, una lluvia de aguas contaminadas en nuestra vida gris.
A veces es bueno, pero con el correr de tiempo, se vuelve una pesadilla. No dejemos acompañarnos por ella por muy buena amiga que se muestre; nos encantará con su misteriosa sonrisa y no podremos traer a nuestra mente los plenos momentos de nuestro camino, perderemos todo recuerdo de quien sigue nuestro rumbo para ayudarnos y guiarnos, seremos humanos secos y desgastados, seríamos dependientes y no viviríamos para contarlo...
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