sábado, 10 de noviembre de 2007

¿Quién sabe lo que va a pasar mañana?


La perspectiva temporal es un criterio eficaz para poner en el lugar debido aquello que nos sucede. Darle tiempo al tiempo. Pensar que no todo se circunscribe al minuto preciso del hecho. La vida sigue..., las peronas siguen. Los hechos traen consecuencias, a veces imprevisibles.

La precipitación y la superficialidad en las valoraciones pueden conducirnos al engaño.
No sé si la cautela excesiva opera como una eficaz anestesia que nos impide vivr las las emociones más intensas de forma plena . No sé si este tipo de reacciones atemperadas dificulta la vivencia intensa de los momentos desafortunados. De cualquier manera, creo que encierra una sabia lección.
Echar las campanas al vuelo como si ya no hubiese que pensar en problema alguno es casi ridículo. Echar las campanas a muerto cuando todavía no tenemos el cadáver es precipitado y negativo.
Lo cierto es que el tremendismo, la absolutización de lo malo y de lo bueno no nos llevan a buenas conclusiones. Una puerta se abre y otra se cierra, un camino se acaba y otro comienza, una oprtunidad va y otra viene. No es razonable pensar que el mundo se acaba en este mismo instante...

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